Los inicios del esperanto

Cartel del 5ª Congreso Internacional celebrado en Barcelona en 1909, reproducido en tarjeta postal.

Los inicios del esperanto

El esperanto se dio a conocer en 1887 con la publicación en Varsovia del “Primer libro” (Unua libro), cuyo título real es Международный языкъ: предисловие и полный учебник (Lengua internacional: introducción y manual completo). El libro, más bien folleto por su tamaño, contenía una introducción teórica a la lengua y seis textos ejemplares (unos traducidos y otros originales), las 16 reglas básicas de la gramática y un minidiccionario con 917 términos. Esta primera edición estaba destinada a hablantes de ruso.

La obra se publicó bajo seudónimo, firmada por el Dr. Esperanto, que en la lengua internacional significa “el doctor esperanzado” (o que tiene esperanza). Pronto se supo que el autor era un joven médico de Varsovia llamado L.L. Zamenhof, de origen ruso y ascendencia judía. Con el tiempo el seudónimo se convirtió en el nombre de la propia lengua.

Poco después aparecieron versiones de la obra en polaco, alemán, francés e inglés. Numerosos lectores se sintieron atraídos rápidamente por la lengua y comenzaron a estudiarla. En 1888 había varios centenares de personas aprendiendo el idioma por toda Europa e incluso en Estados Unidos. Y en 1889 se publicó un Directorio donde había ya más de mil esperantistas referenciados.

En seguida surgieron clubes y asociaciones de esperanto y en 1889 apareció la primera publicación periódica: La Esperantisto (El Esperantista). Desde entonces, y a lo largo de la historia del movimiento, se han publicado más de 14.000 periódicos y revistas, según se ha documentado en Bibliografio de periodaĵoj en aŭ pri Esperanto (Bibliografía de publicaciones periódicas en o sobre el esperanto), 2019.

Traducción al esperanto de El Curioso Impertinente, de Miguel de Cervantes, 1955
La malprudenta scivolulo
Cervantes Saavedra, Miguel de; Hernández Lahuerta, Luis; Raga, Rafael
Bitoteko. Fundación Española de Esperanto
CC BY-NC-ND

Las primeras manifestaciones literarias se encuentran ya en el “Primer libro”, pero pronto otros autores siguieron los pasos de Zamenhof. Al principio la actividad se centró en la traducción de obras clásicas de la literatura universal, lo que permitió a la lengua avanzar en competencia y demostrar su eficacia también en este ámbito. Con el tiempo, la literatura original se desarrolló y dio lugar a diferentes escuelas literarias.

El primer encuentro internacional tuvo lugar en 1904 en Calais (Francia), donde unas decenas de esperantistas franceses y británicos se reunieron para ver las posibilidades de organizar un evento más formal. Al año siguiente se constituyó la primera asociación internacional, la Tutmonda Esperanto-Ligo (Liga Esperantista Mundial), que en ese mismo año organizó el primer Congreso Internacional en Francia, en la localidad de Boulogne-sur-Mer.

La reunión fue un éxito total, afirmó la confianza de los partidarios del idioma en las posibilidades de la lengua como medio de comunicación real, no sólo teórico, y animaría a la celebración de encuentros similares en años sucesivos. Desde entonces todos los años (con excepción de las interrupciones debidas a las dos guerras mundiales) han tenido lugar los “Congresos Universales de Esperanto”, más de 100 hasta la fecha, incluidos los que se celebraron de forma virtual en 2020 y 2021 debido a la pandemia. Es tradición que mantenida en el tiempo, hacer la “foto oficial” del congreso reuniendo a los participantes.

Desde sus inicios la comunidad esperantista ha tenido sus propios símbolos. La propuesta de la estrella verde como signo de reconocimiento mutuo entre hablantes de esperanto data de 1892 y se hizo a través de la revista La Esperantisto. Las cinco puntas de la estrella representan los cinco continentes. La bandera del esperanto, en su origen, era la del club de esperanto de Boulogne-sur-Mer, pero en 1905, con ocasión del Congreso celebrado allí, se aprobó que ésta fuera la bandera representativa del idioma. El campo verde simboliza la esperanza y el recuadro blanco que contiene la estrella, la paz.

Existe también un himno, La Espero (La Esperanza), que se asocia al movimiento esperantista, cuya letra es un poema de Zamenhof. Hay alrededor de veinte melodías distintas, aunque la más conocida es la de Félicien de Ménil.

Los esperantistas siempre han manifestado un gran afán por establecer comunicación y relaciones de todo tipo con personas de otros países. Lo que al principio se hizo sobre todo por correo postal se hace ahora, con mayor intensidad si cabe, mediante correo electrónico y la participación en redes sociales.

La organización del movimiento avanzó de forma rápida. En 1908 se fundó la Universala Esperanto-Asocio, UEA (Asociación Universal de Esperanto), que pretendía unir a los hablantes de la lengua por encima de las organizaciones nacionales, con objetivos de apoyo mutuo y de utilización práctica del idioma. Sus fundadores fueron dos jóvenes suizos, Hector Hodler y Edmond Privat. UEA es aún hoy la principal organización del movimiento esperantista, aunque su naturaleza y funcionamiento han cambiado notablemente desde entonces.

Un poco más adelante, en la década de los 20, algunos sectores del entonces pujante movimiento obrero vieron en el esperanto la posibilidad de hacer avanzar el llamado internacionalismo proletario, y crearon sus propias organizaciones. Aprovechando el Congreso Universal que tuvo lugar en Praga en 1921, se fundó una nueva organización que agrupó a los trabajadores que querían poner el esperanto al servicio de la lucha obrera. La denominación elegida para la organización fue la de Sennacieca Asocio Tutmonda, SAT (Asociación Mundial Anacional) que reunía en su seno (y todavía hoy lo hace) a tendencias muy diversas dentro del ámbito de las ideologías laboristas: socialistas, comunistas y anarquistas entre otras. Ha tenido siempre una gran importancia en la difusión del esperanto entre las clases populares, con una personalidad propia destacada y una labor cultural muy apreciable.

Herederos de aquellos pioneros, el movimiento esperantista continúa su andadura a día de hoy.

A lo largo de la historia ha pasado por momentos de crisis como consecuencia de diversas persecuciones políticas, de la globalización económica y de la hegemonía de los Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial. Esto último provocó una caída del interés por el esperanto, asociado a la visión del inglés como la nueva lingua franca de la humanidad.

Sin embargo, recientemente se ha producido un renacimiento del interés ligado sobre todo a las posibilidades que para la comunicación internacional ofrecen las nuevas tecnologías. Ha habido un aumento considerable de contactos y encuentros internacionales y la colaboración entre personas de países y culturas diferentes ha llegado a niveles difícilmente imaginables para los primeros esperantistas.

Y también a la constatación por parte de muchas personas de que el uso de una lengua nacional en las relaciones internacionales supone una ventaja injusta para los hablantes nativos de esa lengua y unos beneficios económicos, de prestigio y de poder para sus países. Todas estas limitaciones para una comunicación realmente democrática han abierto un espacio para el esperanto, cuya característica más destacada es precisamente su carácter neutral.

Disponible también en Europeana. Versión en inglés.

Gracias a Ana Manero García (Federación Española de Esperanto) por su redación y colaboración.
Publicado el 15 de diciembre de 2022